La sangría de los tomates

El caso de un Gobierno movilizado por el precio del tomate, dando marcha atrás a las importaciones desde Brasil, demuestra el desconcierto actual del oficialismo sobre la difícil transición política inaugurada tras la derrota electoral de las legislativas de octubre pasado. La presidenta tomó el timón desde el lunes, tras un largo período de inacción, pero sus reflejos parecen resentidos ante los innumerables problemas económicos que asoman en el arranque del año. Las frecuentes contradicciones, expuestas en la matutinas e intrascendentes conferencias de Coqui Capitanich, surgen por la falta de diálogo interno, en donde la mayoría de las veces los funcionarios deben adivinar qué piensa Cristina. La presidenta les marca la letra ideológica pero poco les comenta sobre las definiciones centrales de la gestión. Axel Kicillof logró ser el interlocutor más cercano y confiable para la primer mandataria. Se cree que muy pronto Capitanich deberá auto regular sus apariciones públicas.