Las diferencias: de Cristina a Alfonsín y Milei haciendo su homenaje a Menem

¿Cambio de época o reseteado de la sopa? Cristina no fue Alfonsín y Milei tampoco parece ser la esencia del riojano.

Cristina homenajeó a Raúl Ricardo Alfonsín cuando su vida se iba apagando. Su homenaje fue visto por sectores radicales como de un viso de utilitarismo político. Milei ahora hace lo mismo con Carlos Saúl Menem . Siempre lo admiró , hasta el punto de considerarlo el “mejor presidente de los últimos 40 años. En ambos hubo y hay una necesidad de emparentarse con un personaje que retroalimente un relato.

El busto e Menem quedó desde ayer en un sitial preferencial del salón del hall de Honor, al lado de Bartolomé Mitre. Paradojal que hay quedado en el emplazamiento izquierdo por donde entre el presidente y sus principales colaboradores. Al fondo a la derecha quedaron Néstor Kirchner y Raúl Ricardo. Al único radical que nombró Milei en su discurso de voz quebrantada por la emoción fue el de la figura del anti personalista, Marcelo T de Alvear.

Como una suerte de curadores de las figuras históricas de nuestra recuperada democracia desde el 83, los protagonistas de la nueva Grieta o la de siempre, rescata de Don Raúl y Carlos Saúl, los datos que los dejen bien parados. El Padre de la democracia y el Padre del modelo de modernización liberal. En unos y otros asoman latentes los fracasos de sus finales. Democracia sin estabilidad económica o modelo modernizador sin inclusión social.

 

Cristina siempre quiso parecerse más en le imaginario político a Alfonsín que a su pareja y ex mandatario, Néstor Kirchner. Alberto también lo citaba en cada uno de sus discursos, pero no le alcanzaba ni para comenzar a hablar. Alfonsín, en aquel homenaje  limitado en sus movimientos físicos, la observó a la entonces presidenta, respetuoso pero a la vez con un halo de  observancia de alerta cívica.

Imposible olvidar que el kirchnerismo se apropió del discurso de los derechos humanos , pretendiendo que con el descuelgue del cuadro de Videla comenzaba la reparación de la violación de derechos humanos en la década de los 70.  ¿Y los juicios a la Juntas? , o ¿la diferencia de actitudes, en la etapa de plomo, cuando un joven abogado arriesgaba dictando habeas corpus y  otros en el sur de  país disfrutaban de los negocios de la plata dulce?

Por su parte, Milei homenajeó a Menem, en un momento crítico de su gobierno, en el que pone a prueba su paciencia y templanza. Las cosas no le están resultando, como en principió planificó en su audaz Ley de Bases. Nunca se planeó el “salariazo” ni recostarse sobre un empresariado nacional. Menem debió comprender, muy de cerca, aquello del teorema Baglini, y como al poder hay que sabe acompañarlo , a veces o en muchas oportunidades , postergando gustos personales.

En su homenaje , por supuesto se omitieron los costos sociales de los 90 y la gran corruptela . También que junto con su despreciado Alfonsín, aquel riojano que  de Quiroga caudillesco pasó a ser el preferido de George W Bush, hubo convivencia política en las diferencias como así también un acuerdo posible para reformar la Constitución.

Eduardo Menem devolvió gentilezas, argumentando que Milei tiene tal centralidad que sacó de la escena a los Kirchner. Las reapariciones públicas de  ella junto con la elección de elegirla como adversaria del propio libertario , podrían en signos de interrogación esa afirmación tajante.

Los homenajes se hacen en vida o post morten. Los que nunca se debiera omitir es la totalidad del análisis histórico.

 

Horacio Caride