Pontaquarto intentará sostener su acusación en la causa Banelco

El ex Secretario Parlamentario Mario Pontaquarto será la vedette de la semana en el juicio oral por las coimas en el Senado. El supuesto “arrepentido” deberá poner toda la carne en el asador presentando nuevas pruebas como llamados cruzados con senadores implicados y testigos que traten de aproximar a algo más fáctico su relato. Asesorado por su abogado Hugo Wortman Jofré (uno de los más caros del mercado), pedirá un careo con el ex presidente Fernando de la Rúa. El punto clave es si  existió o no la reunión en la Rosada con De Santibañes y el ex senador José Genoud en donde se habría trazado el pago de los 5 millones de pesos para conseguir los votos de la reforma laboral. En los considerandos, se habla de un cúmulo de llamados telefónicos realizados aquel día entre los salpicados por el escándalo. Pasarán por el juicio 357 testigos, de los cuales una decena son claves. El problemas es que desde el sistema político muchos se niegan a ir al estrado y declararán por escrito, que no es lo mismo, ya que con las repreguntas en vivo se enriquece el debate. Pontaquarto ingresó al Congreso en la década del 80 de mano del nosiglista Daniel Bravo, un “operador” de causas sucias del kirchnerismo tales como la falsa denuncia de una cuenta en el exterior del candidato a legislador opositor Enrique Olivera. Según los senadores acusados, el denunciante actúa ahora como despechado por haber quedado desairado, al no haber podido comprar un paquete de viáticos, sin rendir, de cuando era Secretario Parlamentario. Abandonado, su fuerza enunciativa tuvo vaivenes, hasta que llegó a fortalecerse con el apoyo del gobierno K.. Llegó de la mano de Bravo al despacho del entonces Jefe de gabinete Alberto Fernández. De él se dijo: que había quedado en la bancarrota, que llegó a trabajar como recepcionista en un  boliche de salsa cubano, que hubo un intento de suicidio y que actualmente está vinculado al negocio del juego en la provincia de Buenos Aires, como lobbista de la española Codere. El juicio concluirá si el “arrepentido” tiene más letra en la manga o termina como “un fruto del árbol prohibido”.