La nostalgia del horario de protección al menor

La política de tincheras se apropió de la imagen de dos niños para seguir jugando en la grieta. De Ian a Pedrito. Con los chicos no.

¿Te acordás cuando el horario de protección al menor era sagrado en la tele? Los tiempos cambiaron y ese ritual quedó en una mera convención de compromiso. Los chicos nos ibamos a la cama  o en todo caso, con un permiso especial, podíamos asomarnos a la rebelión de las 22 horas. Siempre con el viejo encima para vigilar lo que encandilaban nuestras retinas.

Llegar al cura del cierre de transmisión era solo para los que antes habían probado, en un asado, una copita de vino.  “Te estás haciendo hombre”, nos decían mientras te sumaban un chorro de soda. La inocencia pugnaba romper el cascarón para conocer ese mundo prohibido y a la vez fascinante, al filo de un locutor que decía : “Se terminó el horario de protección al menor. A partir de este horario, la responsabilidad de lo que los niños ven recae en sus padres o tutores”. 

El pibe de hoy está encerrado con su computadora y para pedirle que se vaya a dormir hay que conseguir una orden de allanamiento a su fortaleza de algoritmos y amigos virtuales. Son pibes generalmente apolíticos ,que recorren la historia a través de influencers y que hablan ya como si tuvieran muchos kilometrajes encima. La historia para ellos comienza a partir de su fecha de nacimiento.

De ese mundo , de un leguaje abismal hacia los códigos de adultos meados , salieron Ian y Pedrito. Cabe preguntarse si el repentino interés, que muestran en involucrarse con opiniones políticas partidarias , salen de sus ágiles cabecitas o están debidamente adoctrinados desde sus hogares , por padres que proyectan sus propias frustraciones.

Tema para ordenar en cada una de las casas, pero en el lo que hace al manejo de lo público , ha dado un poco de tristeza el aprovechamiento de las dos imágenes manipuladas otra vez para partir la gran pantalla del aturdimiento nacional.

Primero, el chico autista Ian fue marcado por el presidente en varios posteos. En la imagen viralizada, se lo veía junto a la ex presidenta Cristina Kirchner. Quizás el pibe fue la excusa para atacar nuevamente a un periodista que se hizo eco de la versión sobre un funcionario mileista, Diego Spagnuolo, quien habría dicho (en una reunión privada con la familia del niño),  que los problemas de este tipo de enfermedades son para tratar en la casa y el estado no se debía involucrarse con algún tipo de ayuda. Nunca se aclaró ,debidamente, si existió ese lamentable comentario y el centro del debate fue la supuesta militancia del chico.

Del otro lado, ya los pocos momentos de esta polémica, el presidente Milei recibió otra vez a Pedrito, un loco bajito fan del León Libertario. De la mano de su mamá y del cronista glamour, Robertito Funes, el niño cumplió con cierto halo de frescura, al preguntarle a primer mandatario el por qué no saluda a su vice, Victoria Villarruel. El “Super héroe” presidente lo convenció a Pedrito que, ese gesto de agravio a una investidura , era algo gracioso.

Po otro parte, el conflicto en el hospital Garrahan nos hizo acordar que las pulseadas ideológicas, y  hasta de ajuste económico,  deberían tener un límite preciso cuando se tocan aspectos de gran sensibilidad social. “Con los chicos no”,  se volvió a escuchar entre los reclamos de residentes, tratados como si fueran plomeros del tercer mundo , con todo el respeto por ese oficio. Hay veces que ,aunque haya pasado de moda , dan ganas de que alguien nos mande a la cama y soñar cosas reparadoras, en medio de tanta paranoia y soledad.

Horacio Caride