Si fueran otros líderes sindicales, ¿se discutiría el paro general?

Hay una clara paradoja ante el tercer paro general a Milei. Entre las causas y sus convocantes hay una distancia ruidosa.

En medio de un desgaste notorio de suelas de zapatos y frentes internos no resueltos, los popes cegetistas encabezarán, desde este miércoles, una serie de acciones en protesta por el camino de ajuste que ha tomado el gobierno. ¿Serían iguales, si las puertas de la Rosada hubieran estado abiertas para rediscutir los efectos de la motosierra en el seno del poder real sindical?

La radiografía de los convocantes es una foto perpetua y deshilachada por el desprestigio creciente. A la cabeza, Armando Cavallieri con 90 años encima. Parece que Moyano, al igual que Barrionuevo, (por otros motivos), no le ha puesto la misma garra a esta tercer medida contra Milei,  que se iniciará con un acompañamiento a la marcha de los miércoles de los jubilados en el Congreso, y cerrará con un paro general de 36 horas. Los colectiveros quedaron afuera de la protesta.

Ya sea para pintarse la cara o conciliar, ellos siempre están. Un ejemplo fue el caso del histórico de la UTA , Roberto Fernández, quien forzó una conciliación obligatoria sectorial para encontrar el paraguas de evitar plegarse al paro general con sus compañeros. Gesto que tendrá que pagar de alguna manera la Rosada.

Hay un nucleo duro, que hace que gobiernos no peronistas, sufran con frecuencia la impaciencia de estos popes sindicales. Es que la representación, de los trabajadores, tiene una sola camiseta, es lo que se ha llamado popularmente:  “el movimiento”.

Patricia Bullrich (la ex Piba) los conoce de sobra. Los quiso combatir, en la Alianza, pero quedó carcomida en las intenciones. Desde Alfonsín que se quiere hacer una reforma sindical , mientras que si se ha avanzado en los derechos laborales, con distintas reformas flexibilizadoras. Es decir, se han flexibilizado trabajadores pero no así el nivel de vida de los “campera de cuero”.

Sus lógicas de combate están atadas al tiempismo electoralista y a las internas de sus respectivos líderes. Sobre este punto, apalanca el discurso el gobierno nacional. Hasta se animan a decir que los paros son prácticas anacrónicas.

Para solo tomar un botón de muestra, del planeta llamado civilizado y pro occidental, sindicatos franceses y diferentes sectores sociales opositores salieron a las calles de forma sistemática , paralizando transporte y áreas económicas, para plantarse contra la reforma previsional de Macrón. Otra discusión es:  como se para el estado para garantizar la mínima conviviencia de otros ciudadanos que no comparten esos métodos de combate directo.

La ministra de seguridad de Milei viene ganando esa batalla cultural anti piquetes, pero supo los límites que esas prácticas de anillos de “asfixia anti movilización”, tienen cuando las marchas son realmente masivas o icónicas, como la del 24 de marzo.

En definitiva, es un sistema democrático que -con todas sus carencias-, sigue mostrando válvulas de escape…, necesarias…catárticas. No todas las prácticas de protesta están en modo naftalina , lo que huele a viejo son sus voceros.

El mega ajuste económico, festejado por el directorio del FMI, ha acrecentado la brecha social y puesto en duda que es hoy ser integrante del aspiracional clase media. Quien no tiene trabajo, en la argentina ,sobrevive con changas en el mejor de los casos. Para no ser considerado pobre hay que ganar  $ 1.057.923 para no ser pobre. Estos números son elocuentes mas allá de los “monstruos” de Azopardo.

Horacio Caride