Beatriz Sarlo se fue y dejó a otros intelectuales abajo de la cama

La intelectual dio muestras en vida e su integridad e independencia. No se dejó contagiar por la Grieta.

Profesora de Filosofía, ensayista, divulgadora exquisita de varios autores, y sobre todo una intelectual con mayúsculas. Era de esa madera fuerte y genuina que entendió que ser intelectual es navegar contra corriente sin caer, a la vez,  en el pesimismo inmovilizante.

Atravesó todos los gobiernos de la Argentina democrática, la mayoría de las veces equidistante sin demonizar la actividad política. Su mayor cercanía fue con el Frepaso, espacio que prontamente la fue decepcionando.

Quedó inmortalizada mediáticamente con la frase “conmigo no Barone”. Fue mucho más que un slogan. Aquel día del programa ultra k ,678 ( en la TV Pública), dio cátedra de independencia y valor. Jugó de visitante y ganó por goleada.

La Beatriz Sarlo de la tele nunca cayó en el elitismo agoviante de aquellos pensadores que asisten de mala gana a un espacio masivo , solo para marcar sus diferencias. El a veces embarrarse no le hizo perder la elegancia de cuna, del vocabulario y también de una mujer eternamente moderna, esta  entendida como  el arte de reactualizar las miradas sin renunciar a ciertos valores básicos.

Vivió combatiendo la vulgaridad, la cual simbolizó en los modos del actual presidente.  Las formas no la distanciaron del análisis de fondo: “De Milei me pueden molestar sus políticas económicas, pero jamás que diga *Viva la Libertad Carajo*.

Sorteó las tesituras binarias dominantes, sin dejarse engañar: siempre el peor gobierno democrático es mejor que cualquier dictadura. Se enojaba también , como el día que se levantó de un debate televisivo cansada de las ironías explosivas de David Viñas, su contra cara dentro del debate de la UBA , en Filo.

Entendió la meritocracia como una carrera que debía tener en cuenta el punto de partida desde donde arranca cada persona la carrera. Es decir , un miembro de clase media (clasificación que fue objeto casi obsesivo de su análisis como intelectual) que termine la secundaria es un paso lógico. En cambio, un chico de una villa es realmente una proeza a destacar.

Combatió la corrección política, esa que evita los grandes debates y discusiones. Por eso, Sarlo perdió simpatías de propios y ajenos,  ya que nunca habló para ganar el aplauso de la tribuna. Trató , hasta el final, de comprender al fenómeno peronista proviniendo de raíces socialistas. Encandilada en los 70, llegó a reconocer que festejó el asesinato a Aramburu.

“Una frase bien construida es un pensamiento encaminado”, reflexionó ante la cultura atormentada por las redes y los reels que, que concentran frases comprimidas en fracciones de segundos. En una de las últimas entrevistas, que brindó a Pedro Rosemblat, se disfruta de su libertad para decir lo que pensaba.

 

 

Eludió encorsetamientos en clubes intelectuales de la post verdad. Combatió Carta Abierta como también tomó distancia de el Club Político Argentino , de vertientes macristas.

Los intelectuales están escondidos abajo de la cama, seguramente repasando algún libro o pensamiento de aquella profesora de filosofía y letras que se paraba en el escritorio , no para creerse superior a los presentes , sino para emparentarse hasta con la última fila de sus alumnos.

Horacio Caride