La dirigencia política dio una tregua, a su feroz internismo, y trató de presentar una “foto” de diálogo y cordialidad ante la tragedia por las inundaciones de La Plata, que también tuvieron su fatal impacto en la ciudad de Buenos Aires. El primer paso lo provocó el encuentro entre Cristina y Scioli, en la gobernación bonaerense. No todo lo que brilla es oro y menos con el kirchnerismo en frente. Desde el centro del poder K, se quiere dejar en evidencia el pacto tácito entre Scioli y De Narváez, de colaboración política ante la adversidad. Se señala que está latente la idea de una comisión investigadora a la gestión bonaerense por el manejo de fondos de las obras hídricas y el manejo de la lista de muertos. A este tono conspirativo hay que sumarle una movida de sectores K de cobrarle la factura de ineficacia y no total alineamiento al intendente Pablo Bruera, quien mintió con sus twitts en plena crisis, haciendo creer que estaba ayudando cuando se encontraba de viaje. Desde caminos judiciales complicados hasta juicio político se han escuchado en las usinas del poder. Varios se prueban el traje, entre ellos quien se prepara ante un posbile escenario de adelantamiento de elecciones comunales en La Plata, es el denarvaista Gonzalo Atanasof. Por último, Macri mandó a sus colaboradores a la reunión de coordinación con la Ministra Alicia K. La desconfianza es plena y desde el macrismo esperan que el puñal aparezca en cualquier momento. Los cálculos son enfriar las peleas y llevarlas hasta tener claro como pegó, en la opinión pública, las críticas hacia el comportamiento dirigencial mentras la gente se inundaba. El 18A será un fiel termómetro. Ese día se agita desde las redes sociales para hacer un nuevo cacerolazo.