Parece que Cristina aprovechó el revés provisorio por al pase de su amiga Nilda Garré como embajadora de la OEA, para concretar el ascenso del General Cesar Milani como Jefe del Ejército. Milani fue bancado para ese puesto desde hace años por la ex ministra de Defensa y Seguridad. Sin embargo, sus antecedentes oscuros pesaban para esperar la oportunidad, que la concretó anoche la presidenta cambiando toda la cúpula de las Fuerzas Armadas. Según un informe del senador radical Gerardo Morales, Milani tuvo un accionar dudoso en el alzamiento carapintada de 1988, liderado por Mohamed Seineldín. Se pidieron precisiones al Ejecutivo para que diga si es cierto que tuvo participación en el llamado Operativo Independencia en la provincia de Tucumán. A la vez, el militar oriundo de Córdoba tuvo destino en la provincia de La Rioja, cuando allí se produjeron los asesinatos de los sacerdotes Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias y caso más emblemático del Obispo Angelelli, todos perpetrados en 1976. Milani deja el puesto de Jefe de Inteligencia de la Fuerza, desde dónde hilvanó fuertes vínculos con el kirchnerismo. Se sospecha que utilizó su cargo para espiar a políticos y miembros de la oposición. Sin embargo, el Titular del Cels, Horacio Verbitsky también es uno de sus principales aliados en el oficialismo. Anoche, Garré no pudo concretar su nombramiento en la OEA, ya que bloques opositores del Senado amenazaron dejar la sesión sin quórum: quieren que se aclaren detalles de la última declaración patrimonial de la ex funcionaria. Resulta que se le detectó la propiedad de un Registro  Automotor, que siguió usufructuando como funcionaria pública. Según Morales. debería devolver  al Estado el dinero por los años que cobró el Registro. De comprobarse la denuncia habría incompatibilidad para ocupar el cargo de representación diplomática. El asunto pasó devuelta a Comisión.