Repercusiones e interrogantes

No pasó desapercibido el largo y floreado discurso de la presidenta. Mas allá de su repaso sistemático de la herencia recibida, la batería de anuncios sobre la reforma a la justicia pone en un brete a la oposición legislativa, que también ve a ese poder como anquilosado. Acaso, ¿no comparten que debería pagar ganancias o que debería tener mayor trasparencia sus declaraciones juradas?. La otra cara de la moneda es que también creen que detrás de buenos principios hay fines espúreos como el de domesticar un poder, que en algunos casos, como la Corte Suprema, comenzó a marcarle límites a las intenciones hegemónicas de los K. Sobre la eleccion directa,  a través del voto popular de los consejeros a la Magistratura, radicales se dividen entre los que lo considerarían y otros que piensan que sería politizar aún más a la justicia. El titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, hizo elocuente, con gestos de disconformidad en la pantalla de la cadena nacional, su enojo por las medidas de la primer mandataria. Luego salió disparado del Congreso argumentando que lo esperaba un avión. En términos políticos partidarios, Cristina tuvo mayor diplomacia con la oposición no peronista, que con disidentes por dentro de su partido. Volvió a endilgar falta de efectividad en la políticas de seguridad, sin hacerce cargo, y trasladándole culpas a Daniel Scioli y al intendente Sergio Massa.