Papá Raúl cuéntame otra vez ese cuento tan bonito

40 años de democracia ensombrecidos por tiempos de escepticismos y broncas. A días de una elección tan crucial como decadente.

Narró y representó como nadie un tiempo en el que nos sentimos hermosos. Todo estaba por hacerse. La noche más oscura daba paso a un amanecer de valores humanos y creencias en un sistema de convivencia entre los argentinos. Por eso y no tanto por ideas tan revolucionarias, ganó Don Raúl con más del 51% de los votos, convenciendo a la clase media que había festejado el golpe de Isabel y hasta propios peronistas que no querían volver a viejos contubernios: pacto sindical-militar.

Alfonsín fue ese personaje disruptivo pero en un sentido positivo, no como ahora los nuevos votantes perciben que la rebeldía pasa por romper todo. Todos daban ganador a Ítalo Luder. La Revista Somos fue el Navarro de aquella época con el título: “Gana Luder”.

El cajón de Herminio fue como la foto representativa de lo que no se quería volver a vivir. El Nunca Más anticipado. El recitado del preámbulo de la Constitución fue como esa ceremonia de comunión en la que se le recordaba, a nosotros los flamantes ciudadanos, que existen reglas y responsabilidades en una comunidad.

Hoy, a 40 años de ese despertar, la noticias ponen este importante aniversario como un dato suelto,  en medio de una campaña política furibunda y perdida en la carencias de ideas, donde la falta de combustible es la preocupación acuciante. Una sociedad recostada en la previsibilidad del miedo o la bronca desesperante.

Como en un Halloween, los candidatos se van poniendo diferentes caretas para mendigar votos. Truco o trato. Milei abraza a la Montonera “mata pibes”. Massa se anima a imitar a Alfonsín con el recitado del preámbulo. De oferta: lo lleva o lo deja.

¿ Son tan excéntricas aquellas ideas del Padre de la democracia que junto a Duhalde decían que la solución pasaba por disminuir el presidencialismo e ir a un sistema semi parlamentario?

El bipartidismo se hizo trizas, al son de asignaturas postergadas por los representantes de los dos principales partidos populares que marcaron el cierre del Siglo xx y la apertura al nuevo milenio. La dinamita del 2001 hizo implosionar el contrato de una alianza de radicales y peronistas anti menemistas, para termina con la corrupción.

No solo no terminó con los desmanejos de los fondos públicos sino que la moneda nacional pasó a ser papel quemado. Ya se asomaba aquello de construir sociedades políticas para hacer recrudecer las antinomias . Una formula imbatible para ganar elecciones pero impropia para garantizar la gobernabilidad.  El anti kirchnerismo tampoco logró consolidar un proyecto alternativo sólido. Cristina y Macri fueron los personajes dominantes de estos últimos 15 años . Alfonsín y Menem crecen en estatura de estadistas ante este dúo de la Grieta.

¿Son tan excéntricas aquellas ideas del Padre de la democracia que junto a Duhalde decían que la solución pasaba por disminuir el presidencialismo e ir a un sistema semi parlamentario?

Sobre los gajos de la democracia persiste un rompecabezas para armar. Otra vez se convoca a la manoseada “unidad nacional” desde el desparpajo del manoseo de las palabras.

En tanto, en la arena del balotaje, los Titanes en el Ring hacen la de manual. Macri hizo la gran Cristina. Su Alberto tiene peluca y grita por los sets televisivos. Los radicales se reservan en la “neutralidad” para la próxima oportunidad de reverdecer en una posible nueva alianza . El peronismo trata de disimular una de sus peores crisis con su clientela. Quizás el medio siglo de democracia, en el 2043,  sea motivo de festejos genuinos y sentidos. Mientras, permítanme evitar soplar la velita.

Horacio Caride