Hace tiempo que Alberto Fernández sabe que su primer destino internacional como presidente electo iba ser la ciudad de México. Primero porque ya tenía pautada una reunión con López Obrador, que le servía para enviar un fuerte mensaje a toda la región, en especial a Brasil. En segundo lugar porque el destino azteca era ideal para tomarse unos días de descanso, a solas con su pareja Fabiola Yañez.

Después de la intensa campaña, dos días en alguna playa paradisíaca no venían nada mal.

Tanto era el interés en bajarle el precio al viaje, que Alberto Fernández tenía previsto viajar solo. Ni siquiera su vocero iba a ser de la partida.

Pero Felipe Solá estaba trabajando en silencio para ganarse un lugar en la agenda y acompañar a Alberto en su primer viaje, casi como si fuera un canciller.

El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires habría sido el armador de dos importantes reuniones: una con Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, y otra con empresarios mexicanos.

La pequeña “luna de miel” quedará para otra oportunidad. El relax absoluto se transformará en alguna escapada a las playas de Veracruz, que queda cerca del DF o alguna caminata por la histórica plaza de Garibaldi y el museo de Frida Calo, siempre con el celular encendido.