FMI: misión imposible de Massa para reconfigurarse como candidato

Justo con el estreno de la última de Tom Cruise, Massa encara también su aventura a la que le queda poco tiempo para autodestruirse.

Misión Imposible: Sentencia Mortal, parte 1, es un éxito en las taquillas de los cines del invierno argentino. En paralelo, tras tres meses de incertidumbre, partió anoche la misión de Massa hacia el FMI. Casualidades entre la ficción y la realidad, en la película, Tom Cruise es parte de una organización secreta de inteligencia cuyas siglas son FMI, esa este caso significa Fuerza de Misión Imposible.

En el gobierno no hay pretensiones de salvar a la humanidad sino salvar la ropa necesaria para salir prolijamente a la cancha electoral pese a los tres dígitos de inflación interanual. Massa tiene la promesa de la titular del FMI, Kristalina Georgieva, quien la aseguró por teléfono, el fin de semana,  que hay luz verde para arribar a un nuevo acuerdo técnico que permitiría al país tener dólares para pagar próximos vencimientos.

La intensidad, en este caso, omite submarinos atómicos, persecuciones interminables de autos y motos, aunque por el semblante nuestro protagonista baila con la más fea, es decir encabezar una campaña del oficialismo siendo ministro de Economia de un país siempre navegando por la cornisa.

De salir bien el viaje de la delegación que lidera Rubinstein, se presume que Massa viajaría a los EE.UU. para terminar de rubricar el acuerdo y que este mismo viernes podría ser firmado el denominado ‘staff level agreemernt’ (SLA), que luego debería ser aprobado por el Directorio.

Al igual que la estrella de Hollywood, el candidato y ministro no tiene dobles de riesgo. Todo su capital político se juega en estirar el partido con el FMI, en días de volatilidad del dólar blue. La película tiene suspenso, villanos proyectados, y otros esperando destrozar internamente al candidato si las condiciones del acuerdo son indigeribles para el paladar del relato progresista. Sergio va… Como dijo Cristina “este muchacho no arruga”.

Horacio Caride