Tuvo que morirse el Papa para sortear la Grieta de los argentinos

Se logró un consenso generalizado de su grandeza e importancia en el rol histórico que jugó. ¿Hipocresía o baño de realidad?

Que el Vaticano era una unidad básica peronista. Otros impresentables llegaron a decir que era “el representante del malgino”. Cada visita a Roma, de un dirigente político nacional,  era tratada como un chisme o una especulación. Se medía, con un centímetro, su argentinidad al palo. Categoría nunca desmentida pero- sin duda-, licuada por la densidad de las responsabilidades de ser el Jefe espiritual de más de 1300 millones de fieles católicos.

¿Debió morir el Papa para lograr un consenso post mortem en nuestro país?¿ Fue su verdadero sacrificio cuando siempre se lo criticó por no visitar la Argentina?

Tiempo pasado, pero no por eso sin huellas de la hipocresía humana, llevada al cinismo de la Grieta local. Todo ahora es canto de sirena. La necrofilia, otro sello distintivo del ser nacional, se reactivó. Un planeta frívolo y cruel se ha perdido la oportunidad de tener, por un ratito mas, a un verdadero humanista para equilibrar la cancha.

Cuando hablaba, con pasión, de su San Lorenzo, o lo veíamos tomando mate en el Vaticano, nos hacía perder las perspectiva de un Papa ecuménico. Un pastor con olor a obeja,  tratando de mediar entre mochilas tales como la guerra entre Rusia y Ucrania , el conflicto ancestral de Medio Oriente o el flagelo de los inmigrantes africanos encapsulados en las balsas de la muerte,  de los viajes de los desposeídos a Lampedusa.

Si hay algún distraído todavía existe por ahí,  sobre la coherencia en vida de Francisco, cabe recordar sus orígenes humildes de una familia italiana que emigró ,hacia nuestro país, épocas de una Italia en crisis como toda la Europa de las entreguerras.

Para los sectores eclesiáticos conservadores fue considerado un “Papa comunista”. Si ser comunista es decir “el mercado no resuleve todo” o imprimir en la vida un mirada hacia el otro, seguramente Francisco estuvo a la izquierda de Carlitos Marx.

“Todos Somos Francisco”, dice una leyenda de afiches anónimos que impregnan las melancolía otoñal de una Buenos Aires de luto por el Papa. Algunos se despertaron siendo más papistas que el Papa. Murió para resucitar en la escenificación de la unidad nacional.

Horacio Caride